jueves, 21 de mayo de 2009

El poeta y la noche


Hay un poeta sentado en una mesa
cercana a la ventana de la noche.
Desde allí observa un juego de luces
naranjas y sombras, es el nocturno
paraje de un ciudad llena de normas
semáforos, policías, aparaciencias
es el claxon de la ciudad que nunca cesa.
No se siente ridículo, con las piernas
cruzadas y el ventanal abierto de par en par
no le preocupan las personas del océano
gris de la calle que le pudiesen mirar.
Ve mas alla, mas alla de las estrcuturas de cemento
volando junto con su imaginación, mas alla
de los coches, los gritos, los centros comerciales
, los transeúntes, las realidades del momento.
Se enamora, hipnotizado, de las artificiales y estáticas
luciérnagas, llamadas farolas.
No muy lejos un descampado llama a la inspiración
que emana, podría compararse con una nocturna sabana.
Alejada del centro de la ciudad, alejada del rumor
de los gritos , motores, pensaminetos, móviles,
metros, ascensores, que entre otras cosas conforman
la belleza de la metrópolis en su caótica esplendor.
El poeta ahora exhausto, apaga la luz del dormitorio, contempla
durante unos instantes la noche y desaparece.
Y allí queda ella, esperando en su tranquilidad, orgullosa.
Esperando, al poeta, hasta la cita del día siguiente, como siempre
eterna, oscura, hermosa.

2 comentarios:

  1. Vate, aedo, poeta... hermosos versos
    Joe

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  2. Esta muy bien, pero creo que en mi opinión, esto deberías llevarlo como si fuese una historia, ¿Me explico? Lo llevabas bien has que has empezado a cambiar de contextos lo que miraba el tío ese. Por todo lo demás un 10 tío. Llegarás lejos.

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