miércoles, 3 de marzo de 2010

La ciudad nunca duerme

A luz del alba que empieza a despertar los bloques
El obrero que madruga llena sus pulmones con el aire viciado de los coches
Mientras la brisa acaricia las sábanas en los balcones
Como banderas sin patria, como fantasmas deformes...
Y cientos de corazones laten tras el cemento
Y cientos de párpados todavía están sellados por el sueño
Los aviones brillan con el sol intenso resplandor metálico
vuelan bajo hasta posarse más allá del extrarradio
Una doncella adolescente envejecida camina cobijada en
el calor de un cigarro
Al son metálico de las gruas unido al trino de los pájaros
Rayos de luz se deslizan sobre el asfalto como ríos dorados
Bellaza urbana de los barrios
en los que yo crecí
Hogar de miserias y alegrías
que en su periferia yo vi
El placer maldito consumio a los que se perdieron aquí
La aguja fría como un témpano que calienta las venas del hombre ruin
Yo profundizo en las entrañas
de los solares y los parques
cultivo sueños y esperanzas
y arrojo desde el ático mis temores
Pero a veces vuelven
como aviones de papel
portadores del dolor que estremece bajo la piel
Yo escribo por placer
pero tambien con picardía
para engañar con disimulo
a la puta melancolía
La gente siempre con prisa
La gente siempre cabreada
La gente siempre agobiada
bajo el traqueteo de las máquinas
El pavimento y sus grietas
que son la hiedra en su prolongación
que trepa por los bosques de cristal y hormigón
Una mujer maltratada por la fuerza de poseidón
se lamenta atrapada en su vida
entre los muros de una habitación
La ciudad crece lentamente echando raíces
en cada rincón
alumbrada por las farolas damas esbeltas y grises
Si la ciudad me llama invade mis cinco sentidos
si prestas atención entre el fulgor del tráfico
escucharás sus pesados latidos